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viernes, 31 de marzo de 2017

"Heima es hogar en islandés", Laia Soler

Siento la ausencia del blog, pero entre unas cosas y otras, no tenía tiempo ni inspiración para estar por aquí. En este tiempo no he dejado de leer, porque mi madre me trajo un puñado de libros de la biblioteca y los días límites de préstamo me han hecho casi devorarlos. Este es uno de ellos. Estoy intentando recuperar el ritmo de lectura y seguir trayendo reseñas de calidad, aunque ello implique publicar con menos asiduidad. Dicho esto, ¡vamos con Heima!



Título: Heima es hogar en islandés

Autora: Laia Soler

Editorial: Plataforma Neo

Año de publicación: 2015

Páginas: 306

Sinopsis: ¿Puede estar tu hogar a miles de kilómetros de casa?
Ver la vida en blanco y negro no es divertido.
Laura padece una extraña enfermedad que le impide apreciar los colores, pero si últimamente su vida es gris no es solo porque sufre acromatopsia. Acaba de romper con su novio y sus padres no dejan de pelearse tras el divorcio. Por eso, decide alejarse de todo y toma el primer avión que sale del aeropuerto.
El destino la lleva hasta Reikiavik, Islandia. Allí conoce al simpático Orri, quien le propone emprender un viaje para recorrer el país con él y su no tan simpático amigo Guðjon. Quizá no sea una idea sensata, pero no es que Islandia ofrezca muchas opciones a una chica que se ha escapado de casa.
Lo que Laura nunca podría sospechar es que los dos islandeses esconden un secreto imposible de creer, incluso para alguien como ella, y que ese viaje la cambiará para siempre.

Después de leer Nosotros después de las doce y que no cumpliera las altas expectativas con las que le entré, decidí no esperarme nada de esta novela. Quizá por eso me he sentido cautivada por Islandia y su historia.

He de confesar que no empecé con buen pie. Laura es un personaje que no me ha convencido, y que iniciara el relato con un arranque de rebelde adolescente no era su mejor presentación. Está enfadada con el mundo, con unos motivos ridículos e insuficientes para decidir huir de casa y coger el primer vuelo que encuentre sin avisar a nadie, yendo de victimista. En un ataque de berrinche infantil, se escapa al aeropuerto y se va a Islandia con una maleta, así porque sí. No contenta con ello, nada más llegar al país todo son quejas por su parte: que si hace mucho frío para ser verano, que si el agua huele a huevos podridos... Además de tener un comportamiento bastante borde con un chaval que solo pretende ser amable con ella y que, encima, se ofrece a ayudarla. Conoce a Orri en un restaurante. Tras intercambiar un par de palabras, este le ofrece irse con él y su amigo en su particular viaje alrededor de Islandia. Y Laura acepta. Así, sin más. Está en un país nuevo, aislada, sin nadie que pueda rescatarla si se mete en una situación peliaguda, y considera que pasar días en un coche con dos chicos a los que no conoce de nada es una idea espectacular. Entiendo que le apetezca cometer una locura que la aleje de su vida anodina y complicada, pero aquí la razón y la lógica brillan por su ausencia. La situación mejora según conocemos más de Laura y los motivos reales detrás de su comportamiento, pero no creáis que eso hizo que mi opinión mejorara también.


Así pues, ella, Orri y su mejor amigo Guðjon (al que decide apodar John debido a lo imposible de la pronunciación de su nombre), inician un viaje en coche alrededor de la isla. En honor a Laura, la llevan a los sitios más emblemáticos y turísticos, ejerciendo el propio Orri de guía y narrándole (a ella y a nosotros) las peculiaridades o la historia de las zonas que van visitando. Algo que me ha parecido un gran aporte es el hecho de que haya imágenes que ilustren los paisajes islandeses para que, junto con la descripción, nos hagamos una idea completa y sea como si los propios lectores estuviéramos inmersos en la aventura. Tantas horas juntos en el mismo espacio cerrado, conlleva a que los tres personajes terminen conociéndose y compartiendo retazos de sus vidas, lo que nos permite conocerlos mejor. El callado y distante John, con su personalidad taciturna; la alegría y el entusiasmo personificados en Orri; el dolor, la terquedad y carácter de Laura. Mi favorito fue sin duda John, pues es muchísimo más de lo que aparenta y tras esa capa de distancia y tormento, se encuentra un joven dulce y entrañable. También me atrapó la luz de Orri y su capacidad para convertir un día gris en uno soleado. Por el contrario, con Laura tuve encontronazos a lo largo de toda la novela. Su forma de actuar es irracional e impulsiva. Cuando se desvelan las razones que la han llevado hasta Islandia, me dejaron un poco fría. No quiero decir que no tuvieran peso para hacer lo que hace o que no sean tan graves, porque lo son. Simplemente, ni siquiera ese trasfondo me hizo acercarme a ella, quizá solo que el resquemor inicial despareciera.

Con Laia Soler siempre puedes encontrar el elemento "sobrenatural" y aquí, no podía faltar. Me ha parecido mágico, completamente inesperado y del todo apropiado para la temática del libro. Solo puedo alabar la forma en que se ha introducido y el juego que da a lo largo de la novela, sobre todo de cara al final. Los giros argumentales me han fascinado y, una vez más, se han revelado como una sorpresa. El avance de los acontecimientos ayudan a Laura a adquirir cierta madurez y a comprender que las personas son mucho más que lo que exteriorizan y que a veces encerrarse en nuestro propio dolor y no ver más allá, no es la mejor manera de afrontar las cosas. Se experimenta una gran evolución en los personajes, destacando a Laura y John.

La narración es sencilla, sin florituras, pero es, precisamente esa sencillez, la que logra transmitir a la perfección las emociones latentes, consiguiendo no solo que nosotros mismos paseemos por los paisajes congelados de Islandia, sino que, incluso, podamos ser parte de la historia y compartir las risas, las lágrimas y la belleza. Es más, teniendo en cuenta el tiempo tan corto en el que transcurre el viaje, la pluma de la autora ha hecho que parezca que los días se alargaban y estiraban, que las diferentes relaciones y sentimientos que surgen entre el trío protagonista (y la tercera chica que se une después), sean creíbles y realistas. Para poner un punto negativo, mientras leía sentí que la carga dramática se acumuló en las últimas páginas, construyendo un final agridulce. Una especie de golpe final al corazón que, por un lado me gustó, pero por otro lado estaba sobrecargado.

¿Debería leerlo?

Disfrutar de Laia Soler es una gozada, ya que sabe entretejer buenas historias y convertir un argumento aparentemente adolescente y sin trasfondo, en algo poderoso, que engancha y se cuela en el lector.



2 comentarios:

  1. ¡Hola cielo!
    La verdad es que yo estoy deseando de probar a esta autora porque no he leído nada suyo y este de Heima me lo han recomendado muchísimo.
    Gracias por la reseña, me lo llevo apuntado.
    Un besito.

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    Respuestas
    1. ¡Hola, Virginia! Mil gracias por comentar ^^

      Pues sí, es de esas autoras que merecen la pena ser leídas y Heima es un genial inicio. Un besazo!

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